martes, 4 de noviembre de 2014

ACTITUD DEL TERAPEUTA


                                     

 Está en la búsqueda constante de la onda divina perpetuamente presente en todo,y no en esa dualidad sutil que alimentamos cuando pasamos de cinco minutos de silencio a cinco minutos de meditación,con la esperanza de volvernos a centrar.
Está en la instalación progresiva de un estado de espíritu que hace que todo,absolutamente todo,se vuelva meditación,es decir,relación apacible y amorosa con la Presencia de Luz en cada una de las formas de vida que encontramos.Se trata aquí de un ideal,cierto,pero de un ideal que no debemos tener miedo de poner frente a nosotros y que puede ser más fácil de abordad de lo que pensamos,en cuanto sea la compasión la que nos anima...y no la búsqueda de un poder.

"Lo Sagrado habla siempre por sí mismo; no necesita que lo señalemos con el dedo,que lo comentemos o lo demostremos.Lo Sagrado es y se expresa con Su sola presencia,sin que sea necesario el bordado de palabras y de las frases; le murmura simplemente al alma:No digas nada,ábrete y escucha..." La morada del resplandor
En el corazón mismo de la actitud y de la comunión con lo Sagrado que esta implica,se encuentra inevitablemente la humildad,una virtud difícil de mantener cuando se obtienen los primeros resultados alentadores.
Si el terapeuta esenio-egipcio comprende esto,se dará cuenta de que siempre es alumno,es decir,que siempre está "en cantera" y maravillando ante el prisma de la Vida que se despliega sin cesar.
¿Qué más añadir a eso? El abandono,evidentemente,esa especie de distensión de la voluntad que hace que,más allá de la intención del que sana,no hay lugar para la crispación,para la apropiación personal de un resultado prometedor o para la impaciencia.
Si unimos compasión,humildad y abandono,llegamos a una especie de ecuanimiedad y de transparencia amorosa,un estado de ser que permite actuar a la vez horizontal y verticalmente.
Daniel Meurois.

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